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Birdman o la inesperada virtud del postureo
En el cine, y en la vida en general, ahora está muy de moda eso de aparentar algo que no eres, es decir, simular que uno es mejor de lo que realmente es. Hay multitud de medios para serlo, y el máximo exponente ahora mismo serían los miles de apps disponibles en internet con las que puedes ser un excelente fotógrafo (Instagram), parecer ingenioso en 140 carácteres (Twitter) o tener un millón de amigos (Facebook). Entrando en el contexto de la película que nos ocupa, y aunque un poco tarde, Iñarritu ha intentado algo parecido haciendo cine, en este caso, con Birdman.
Entrando en matería de una vez, y lejos de ser la merecedora del Oscar a la mejor película de este año, Birdman es la película más autocomplaciente, sobrevalorada y consciente de sí misma de los últimos años, podéis reíros de Cisne Negro o de Brockeback Mountain.
Iñarritu dando su discurso
tras recoger el Oscar al mejor director
Alejandro González Iñarritu es un tipo encantado de conocerse. El director méxicano, responsable de películas decentes como Babel o 21 gramos, ya iba dando muestras de querer ser más trascendental de lo que realmente eran en sus anteriores obras, y aquí ha dirigido aquí una especie de oda a sí mismo. Filmada con el mero pretexto de lucir técnicamente -sin reparo alguno- la película y con un guión más simple que una neurona de Belén Esteban, ha conseguido lo que quería: que se hable de Birdman como la película del año. No obstante, me alegra que en cierta medida y tras el boom mediático de los Oscar a principios de Febrero, la fiebre por esta peli ya haya pasado un poco.
La historia es tan simple -seguro que os suena- como el intento de una antigua estrella del cine de superhéroes (un correcto Michael Keaton) de querer relanzar su carrera con una obra de teatro, escrita por el mismo, cosa que siempre da prestigio de cara los críticos en concreto y al público en general. El resto del metraje son sus reflexiones y las ganas de Iñarritu de lucirse con una película rodada en un supuesto plano secuencia, que si uno está atento, verá más de una vez el truco.
Michael Keaton en una de sus pajas mentales
Keaton y Edward Norton, el mejor este último
Sorprende ver a actores del calibre de Naomi Watts o Edward Norton (lo mejor de la peli sin duda) metidos en algo así. Igual es que trabajar con Iñarritu da caché, a saber. Keaton, como he dicho, en una especie de paralelismo con su vida real tras el éxito de principios de los 90 que cosechó interprentando las dos Batman de Tim Burton, interpreta al protagonista. Está correcto, no es que esté mal tampoco, pero no hace un papel digno de Oscar. Me imagino que el Stephen Hawking de Eddie Redmayne sería bastante más premiable. Por ahí sale también Emma ojazos Stone, más para cobrar que para actuar. Me sorprendió también Zach Galiafanakis (o como se escriba), el gordito protagonista de la trilogía de Resacón en Las Vegas, que aquí hace un papel bastante distinto, es decir, serio.
Labor actoral aparte, y planificación meritoria, que si es verdad que la tiene, la película no es más que la paja mental de un director que está encantado de sí mismo. Resumiendo la intención con la que puede haberse hecho esta película: Iñarritu pretendía lucirse y poco más. Y de paso, si podía, relanzar la carrera de Michael Keaton. Ah, y ganar Oscars. Lo primero lo ha conseguido a tenor del ruido que ha generado su obra, lo segundo, me da que no. Y lo tercero, obviamente si, por desgracia. Menos mal que eMéxico también tiene gente como Alfonso Cuarón, que al menos, si que se arriesgan.
PD: por si no os ha quedado claro, no me gustó la película
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