Los temas escabrosos y polémicos son mi especialidad. Algunos a veces me tildan de amarillista, aunque en la mayoría de casos lo que molesta no es mi forma, sino el contenido. Suelo ser fiel a mis principios, independientemente de lo que es supuestamente moralmente correcto. Conmigo no suelen ir las dobles tintas, y para que engañarnos, soy el típico cabronazo que exalta, porque te cabrea su retórica y argumentario. Así soy yo cuando escribo: transparente. De esto que presumo es lo que menos caracterizan a los medios de comunicación ¿Por qué? Hoy os lo contaré.

De ello nos podemos dar cuenta en el día a día, y no hace falta acudir a los medios de comunicación de masas (televisión, periódicos, etc, etc). Simplemente escuchando a un vecino, a un cólega, o a un desconocido, hablarnos sobre un tema, vemos esa capacidad de influencia en nuestra visión de las cosas. Claro está que no nos fiaremos de lo que dice cualquiera, o de cualquier cosa que se diga. La confianza del receptor en el emisor es algo a tener en cuenta en esta interacción porque en el fondo nosotros también elegimos que creer, a veces incluso aunque se nos demuestre de forma empírica que estamos equivocados. Pero de eso, ya hablaremos.
Los primeros en darse cuenta del poder de la comunicación fueron los poderosos, las élites que han gobernado a la humanidad durante toda nuestra historia. De ahí que durante mucho tiempo se impusiera la censura y que el único discurso válido fuera el que el poder daba. Para variar, las élites imponían un pensamiento que nunca discutía su posición en la sociedad. Así avanzó la historia, de las lápidas romanas hasta la televisión, pasando por todo tipo de instrumentos para comunicar que mejoraran la imposición de su pensamiento único.


Por supuesto, la cosa no acaba aquí. Algunos pensaréis que no es tan fácil manipularnos, que como receptores nosotros podemos creer o no creer, fiarnos o no fiarnos. Esa es la otra gran cuestión. Pero como os he dicho antes, los medios de comunicación tienen como función transmitir información, y con ello el poder de escoger que información dar. Ésta, que nosotros recibimos como parte de esta interacción, puede venir por escrito, oralmente o de forma gráfica, y además, en diversos formatos: a través de la música, del cine, de videojuegos, incluso, de la temaria deportiva. Por tanto, no es sólo que nos bombardeen los mismos noticiarios aportando los mismos datos, en algunas ocasiones falseados intencionadamente, en otras sólo mostrando la mitad de la copla, sino que también pueden distraerte y manipularte através de la cultura (obviamente, la que ellos te ofrecen) para que no tengas que opinar sobre cuestiones que a priori te afectan más directamente. Es aquí donde se ganan nuestra confianza. Una confianza para que les escuches, para dejarles influirnos, para crear seres humanos a los que no se les pase por la cabeza discutir su visión del mundo.

Ante este panorama las esperanzas para que el mundo cambie son casi inexistentes. Tendrían que entrar en decadencia estos medios. Tendríamos los seres humanos ser capaces dever las cosas siempre desde un punto de vista en tercera persona. Tendrían los propietarios de estos medios que entrar en crisis para arrebatarles espacios de información, porque no sólo cuenta el contenido, sino a cuantas personas llegue. O se podrían regular desde las instituciones políticas estos espacios para que no sea una masa uniforme de los mismo lo que impere. De esta forma daríamos voz a todas esas opiniones que también tienen algo que decir. Puesto que comunicar es algo subjetivo desde el momento en que escoges contar A y no B, quizá la clave sería dejar que tanto A como B pudieran tener esos espacios para que nosotros no seamos carne de manipulación.
Saludos jodidos de Bacerx

Ante este panorama las esperanzas para que el mundo cambie son casi inexistentes. Tendrían que entrar en decadencia estos medios. Tendríamos los seres humanos ser capaces dever las cosas siempre desde un punto de vista en tercera persona. Tendrían los propietarios de estos medios que entrar en crisis para arrebatarles espacios de información, porque no sólo cuenta el contenido, sino a cuantas personas llegue. O se podrían regular desde las instituciones políticas estos espacios para que no sea una masa uniforme de los mismo lo que impere. De esta forma daríamos voz a todas esas opiniones que también tienen algo que decir. Puesto que comunicar es algo subjetivo desde el momento en que escoges contar A y no B, quizá la clave sería dejar que tanto A como B pudieran tener esos espacios para que nosotros no seamos carne de manipulación.
Saludos jodidos de Bacerx

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