Hoy algunos despertabamos incrédulos ante los resultados de las elecciones europeas. No queríamos creer lo que estaba pasando, y por más que nos pellizcaramos no despertabamos de esa realidad. Después del escrutinio final, muchos veíamos cumplirse los peores presagios y aunque cueste creerlo no estamos hablando del fin del bipartidismo, puesto que quizá esa fuera la única noticia positiva que recibíamos. Pero tomemos el tiempo necesario para reflexionar y ver los resultados aquí antes de seguir leyendo.
Efectivamente, a nivel nacional vemos como el bipartidismo sigue cayendo en lo que parece una ida sin retorno. La segunda restauración borbónica empieza a ver su fin, como ya lo hiciera en su momento la primera a principios del siglo XX. No sé como vais de historia, pero cuando ese sistema de alternancia de partidos entró en crisis España empezó a ir sin rumbo. El pistolerismo comenzó en las calles y se acabó con una dictadura militar del General Miguel Primo de Rivera, tío de José Antonio Primo de Rivera que fundaría la Falange varios años después. Todo muy esperanzador como podéis ver, y pretendo ser sarcástico por si no lo habéis notado.
En otro orden de cosas, vemos como la causa independentista empieza a buscar el verdadero camino. Ha dejado de votar a quien abrió la caja de Pandora para votar al verdadero partido de la independencia. Parece que lo de Catalunya también es un camino de no retorno, y que al fin, conseguirá el ansiado objetivo. Esquerra Republicana de Catalunya atizó donde más duele a los que se habían declarados adalides de la causa. Muy posiblemente Oriol Junqueres se convierta en el próximo President de la Generalitat, para perseguir hasta el final su mayor conquista. Claro que eso es lo que menos importa. La voluntad de un pueblo es irrefutable. Lo verdaderamente relevante es que hará el gobierno central cuando llegue el momento de decidir ¿De verdad Rajoy hará algo al respecto? El presidente del gobierno lleva demostrando desde que llegó su total falta de habilidad política. Una mediocridad en la que se regocija todo su partido. Obviamente, su función es la de ponerse a disposición de la Troika, pero su poca capacidad lo ha convertido más que nunca en un pelele incapaz de tomar decisiones, que pueda encauzar la situación que se vive en Catalunya, y eso es lo que más miedo da. No por la independencia, sino porque no sé que pasará cuando tomen la decisión de hacer algo.
Por otro lado vemos como el otro partido dinástico se desquebraja a trozos. El PSOE-PSC están abocados a la desaparición. Su tozudez a la hora de aferrarse al clavo ardiendo que supone este régimen caduco y corrupto va que Pablo Iglesias, su fundador, se revuelva en la tumba, sino lo está haciendo ya. Pero hablando de otro Pablo Iglesias, el conocido tertuliano, azote de esa panda de pseudointelectuales demagogos de la derecha, ha irrumpido en el panorama político con su partido: Podemos. Parece ser que él ha encontrado la manera de canalizar ese movimiento que surgió hace unos años conocido como 15M. Mientras, IU ha sido incapaz de superar su techo electoral y está a la par con la nueva fuerza política que va en aumento. Claro que la voz de la unión ya se empieza a escuchar, y muy posiblemente ambos partidos se posicionen como una sola fuerza que haga frente hasta oleada neoliberal creciente. Sin lugar a duda, una buena noticia pese a que no comparta esa forma de transformar en poder político las frustraciones que crearon el 15M.
Pero no nos dejemos llevar, la verdadera preocupación no viene desde España. En España, dentro de lo que cabe, hay esperanza Es un computo a nivel general en Europa. La extrema derecha ha dado un salto como fuerza política al parlamento europeo. El partido de LePen en Francia ha ganado las elecciones, en Grecia los nazis de Amanecer Dorado son tercera fuerza política, y aunque Syriza un partido que puede presumir de ser de izquierdas haya ganado esta cita electoral, no deja de ser preocupante la situación. En Inglaterra, Alemania y otros tantos países la extrema derecha avanza peligrosamente, y los partidos capaces de hacerle frente son los que juegan al discurso de la ambigüedad. Pablo Iglesias juega a ese juego, y por el contrario, los partidos clásicos, los que son fruto de un sistema anclado en sus desfasadas instituciones cada vez son más inútiles para gobernar. La social-democracia muere lenta dolorosamente, mientras los partidos más neoliberales sufren una enfermedad parecida, pero de la que estoy seguro que acabarán recuperándose. Porque ellos son los que siguen cortando el bacalao, y a pesar de todo, llegado el momento, temo porque vendan su amada democracia liberal por un pacto con esas fuerzas fascistas en aumento.
Saludos jodidos a todos.
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